19 de septiembre de 2010

Calambres en el Alma


Agujeros por todas partes. Agujeros en el techo, por encima, por debajo... al costado agujeros. Mirar cansa la vista y me retuerce la frente. Siento la palpitación agujereada. Caminar me pesa. Voy a destrozar árboles hasta el cansancio... La noche se hace amiga de la nostalgia. Vi tu liturgica manera de mirarme, -en mi mente- siempre estás lleno de piedras. Quiero perdonar una barbarie en mi ecosistema, y no consigo unir los versos para callar esta voz.

Mirarme así. Con la paternidad a flor de piel entre tus poros, y yo sientiendome tan pequeña. Quize abrazarte hasta el ahogo, pedirte que me mientas, (-otra vez-) para no sentirme simplemente triste...

No controlo la manera de entender (te) casi-todo. Y las noticias no dejan espacio para lo que siento, me vuelvo a dormir con mi universo. Y ya no venís a taparme en las noches de frío, hace tiempo dejaste la taza de café vacía, y toda yo soy una mujer echa y derecha.

Sí papá... una MUJER que siente, piensa, descubre, sueña, anhela, confía, teme, acepta, niega, acompaña, se aleja, inteligente, ingenua... Una MUJER que te vió irse tras la puerta, y que te vió salir por otra, soy esa que aprendió a caminar junto a tu mano, la que entendió que la vida es el mismo barrilete que un día remontamos sin cansarnos, y soy esa que descarta, se asombra, se asusta, llora, ríe ... canta. La misma que un día soñó otra vida, pero que ama esta. Indudablemente la idea... la firme idea de otra sangre paseando por el mismo planeta, no deja de darme calambres en el alma...

11 de abril de 2010

Número

Hay 100 papeles
500 palabras
4000 maneras de decirlo
Hay 12000 intentos de calmar el clima
300 nubes
1000000 de gotas cayendo en esta esquina
Hay 2 tormentas, Sur y Norte no se juntan jamás...
Hay algunos miedos
Nada como esperar el desenlace
hay 5 dedos marcados en tu cara
- el destino no perdona -
... cuál destino?...
Hay 3 historias cruzadas
Hay 10 mandamientos que no se cumplen
Hay 7 maravillas muy lejos de acá..
Hay varias guerras simultáneas
Hay 17 desastres naturales
Hay 1 mundo en silencio
Hay 1 pájaro que canta
Hay 2 versos ahogados en mi voz
Hay 18 partes de mi cuerpo que dicen basta! ...
Y 19 partes más que dicen, otra vez...
Y 1 volcán a punto de estallar
Y 1 llanto
partido en 2.

27 de septiembre de 2009

Las Voces del Ocaso

Tengo a mi almohada cruzada de brazos, esperando tus ojos atardecidos. Las paredes de mi garganta pronuncian tu nombre rabioso. Vienes como un silencio burlón a mi despecho, y no haces caso a mis latidos. Existe una metaforfosis errante de incipiente bestialidad, siempre a punto de destruirlo todo porque si, arrollando la catástrofe por amor, y yo sé que jamás me convertiré en Sirena, rodeada de inquietud, anclada en retaguardia y musgo...

Vengo de minúsculos verbos, que quieren crecer en este verde ocre. Hago las paces con la noche y espero fugitiva la luz de tu llegada. Nada sé... y sin embargo esta vez, ensayo la respuesta.


Clandestinidad de huerfanos, feroces lobos de la calle, rajan mi voluntad hacia la izquierda, abren la solapa de mi cama. No existe en mi ventana, el sonido de tu canto.

Fragmentada, distorsionada, retorcida, encubierta, asolada, consumida, devorada vida mía. No, no es dolor. Es algo que quiero dejar ir. No, no es dolor. Es algo que quiero devorar. Sin apuros, ni falsos espejismos, realidad de realidades. Un amor para aprender del amor, sin tantas palabras y casi sin ningún eco.

Tu voz, litúrgica barbarie... removiendo lejanas soledades, ata mi sombra a tu sombra, al hueso desgarrado de la carne. Ven! y quitame el tiempo de las venas, esta espera infinita de cadenas. Ven! y quitáme esta memoria, como una luz a punto de apagarse.
Me quedo ahora.- removiendo-. tu imperturbable manera de aparecer en todos mis exilios, con noches de nieve derretidas, con las urgencias puestas en mi boca, con los ruidos del mar que me traen a la orilla de tus versos, con todo lo que deje por ti (quizás para tenerte).

28 de abril de 2009

Olvido..




-Ya llamará- se dijo para cerrar internamente el asunto. Pero se dió cuenta con la calma de su vida, que jamás volvería a llamar. Aspero golpea el reloj detrás de la vitrina. Ese minúsculo mueble tan empapado de emociones. Lo ve. Se acerca. Abre el cajón por sorpresa.

Y ahi estaban! Se alejó despacio, dejó el café en medio del living, se prendió un cigarrillo y camino otra vez... Todos sus intentos fallidos, ahí! Acurrucados, embalsamados, dibujados, retratados, contagiados de verde musgo, llenos de polvo, llenos de recuerdos. Ahí!

Pensó que era tarde para revolver cajones, el tic-tac del reloj, sólo le hacía recordar las horas de sueño que no tenía. Pensó que, si se quedaba un rato revolviendo cosas, y si se entusiasmaba, podría llegar al trabajo con las ojeras de contrabando, y decirle al jefe que su pálido rostro, era un dolor de estomago. Y pensó- que tiene que ver?-

Casi apurada cerró todo. Guardó todos los eclipses de recuerdos de nuevo en el cajón. Terminó el cigarrillo. Camino descalza por el living a media luz, otro cigarrillo más...

Ahí nomas, sepultó al corazón, minado de silencios. Pensó que la vida no era un misterio, y que más allá de su agonía, todavía quedaban sapos por el mundo. Pensó en aceptar. Sin creer que eso fuera a llevarla a la resignación o a pensar que no había mejoras. Asomo su rostro a recién nacida Noche, miró con fervor las estrellas buscándole un sentido...

Laura creía que todo en la vida debía tener un sentido. Así la habían criado sus padres, con valores y creencias fuertes. La vida para Laura debía de tener sentido, no podía permitirse disfrutar, sin pensar ¿porque?. Esas estrellas le recordaban la canción que de pequeña su padre Julio le cantaba, "duermete niña, duerme... que mañana habrá café en el campo"... Una ternura insostenible le apretaba el pecho, recordó que de niña esa canción le daba paz.

Pero se levantó de pronto con el mugido de un gato, la asustó y toda la ternura y los recuerdos... se disolvieron.

Inclinó la cabeza, miró el reloj... acomodó sus ideas, y decidió dormirse... Mañana sería un día complicado, y mejor no tener cosas pendientes en la cabeza -se dijo-.