10 de noviembre de 2008

VerDe




-Alguien dijo una vez: No puede suceder que no suceda. Esta vez capaz que si sucede lo que no tiene que suceder. Y así fue que sucedió lo inesperado de la historia sin fin. Como todo, al final el principio resulta ser casi inadecuado, pero luego se atraviesa por la potable energía del cuerpo yuxtapuesto. Paradójico verdad?
Así lo fue siempre, ya lo ves así es mi vida, y así lo será también desde antes.-




Verde es el color... de la vida impregnada en las arenas... que persiguen la esperanza hacia tus huellas, presagiadas de algún dolor inaliciente. Quién hubiera dicho qué, desde el comienzo, esto sería “casi” imperfecto como mis pies sentados en la alfombra. Alfombra que jamás existiría porque no existen mis pies imperfectos. Verde al igual las paredes de la casa, al tanteo de tus pesadillas más recónditas y malvestidas de sueños. Camufladas, disfrazadas, entreabiertas, las palabras de lo no dicho nunca. Alguién susurró que te quise, alguién sin más remedio que su canto atormentador de resultados y conquistas. Amarte como la verde fruta que espera ser, desde la nada de sus ecos que no repiten, entretenerme con las viejas historias de amantes enfermos, enfermos de locura, la misma locura que me hace amarte.
Siempre quise que supieras, de alguna forma u otra tantas cosas, que por algún motivo insólito me las he guardado conmigo desde siempre, tal vez para no asustarte, quizás para no perderte, aunque en realidad ya te había perdido yo, mucho antes de que vos te fueras. Y eso, profundiza aún más mi verde.
Ese verde que se ancla en la nada absurda de mis palabras, es el mismo cuándo los recuerdos flotan desde la anatomía potable de la memoria, y sigue surcando ríos, rearmando oraciones... con frases de versos repetidos.
Así esta ahora, así seguirá siempre. Verde es el cielo cuando duermo, ya nada de siniestros negros que vienen a robarme tu presencia,variablemente verde, con ocres y amarillos, algún que otro rojo que argumenta mi variedad por las estrellas, que se rigen en el firmamento de tu amor, amor mío como jamás.
Muchas cosas tengo imprecisas, todo siempre giró en torno a la nada... pero hoy existe algo que supe antes de que su amor, inunde a mi vida como un destello, siempre ame la pasividad de mis palabras, y otras tantas las reproche en el escándalo, lo sé! como ahora sé qué quiero ser escritora, mis palabras se adelgazan como fibras misteriosas hacia el infinito, dejando una huella. Esta vez la mía.
Yo sé, que a él me antojo, pero igual hoy estoy segura de que su amor solo me llevaría por rutas desconocidas que no tengo ganas de tomar el riesgo. Sin embargo, mi estructura dice que debo arrancar al peligro, que debo seguir. Y así será, no lo duden, así será. Verde la escritura de su nombre en mi diario, entre líneas superfluas de medicamentos para el alma, con retóricas flechas que lo señalan, con insuficientes pretextos para describirlo. Pero sigue verde... así lo seguirá siendo. Y así otra vez, envuelta, encapsulada por la inmensurable presencia de su ausencia, le predico a su nombre unas oraciones en mi canto vacío, con todo mi yo escindido, amándolo despacio, amándolo de la única forma que puedo hacerlo, la mía.
Esa forma “casi” paradigma, nueva y vieja, que se acerca y que se aleja, que me llama o que se queja, que sube o que se baja al compás de la misma puerta que se cierra y que se abre, esa forma verde resplandeciente que se aquieta, así entre las líneas de mi mano haciéndome despacio y con apuro, armando la vida, armando mi huella, quizá a su lado. Y mi verde no es más que la triste búsqueda de la simetría entre dos polos que se pueblan, no es más que una simple suma de detalles que lo hacen todo a contrabando. Es un verde que respira y que se despierta, a veces suele caerse de la cama porque una mal sueño vino a sofocarlo, mi verde no es más que unas palomas mensajeras que buscan tu regazo, y que vos las acobijes dentro de tus manos y descifre mis palabras malgastadas otra vez por la libertad que me dejo desde que se fué. Mi verde, es toda esta condena de quererte sin cadenas, es toda esta agonía que palpita cada instante haciéndose agua, es aquél aparato que renació una ilusión de una buena vida, o de una mejor.
Igualmente, no deberías saber que todo esto es una especie de confesión que nunca me anime a decirte, tal vez por miedo, tal vez por fracaso, tal vez por ignorancia, tal vez por tantas otras cosas que ni pretendo decirlas... quizás para que te conformes con esto, o para que puedas de algún modo quedarte con el “algo” que sin menos me quede yo cuando te fuiste. Y el silencio lo vino a cubrir todo con un manto de angustia, yo siempre fiel a su lado, derecha, al fondo, tres pasos más y media vuelta. Si acaso no encontraras la ruta, sabes que yo siempre, seguiré verde como al principio, como la inmadurez de mi tallo, como la raíz que se ramifica entre la tierra fértil de mis mañanas a tu lado.
Quizás sería bueno decirte que, sin vos, la vida... igual tiene un color para mí. Y será verde. Acá o allá donde te encuentres, no asumiré mis cargos, yo pido el divorcio, y lo quiero ahora, y mis jueces serán, no te preocupes, los mismos jueces que vos elegiste el día en que decidiste que conmigo ya no era más nada que ese portal de mentiras. La balanza por fin, será justa. Porque verde es el color. Porque verde es la esperanza. Porque yo compré el verde, desde antes que te fueras, desde antes de entregártelo. Y volverá a mi, como los pájaros cuando regresan a su nido...

1 comentario:

MP dijo...

Siempre me resultó curioso que el verde no sea un color primario. Tan asociado a los vegetales y la naturaleza, la esperanza y la vida. Como que debería ser “primario”, pensaba. Leyéndote me acordé de esa idea. Como si tu “verde” se mezclara de otros colores.

Muy lindo
beso